lunes, 12 de marzo de 2012

Sobre el estigma de la prostitución

Os dejo un artículo de la jurista e investigadora social Daniela Heim. Coordinó el "Proyecto de investigación para de recolocación laboral de trabajadoras sexuales" de la Fundación Surt de Barcelona
Se habla mucho de explotación sexual, de los problemas de la prostitución, de los usuarios del sexo de pago, multas, mafias, drogas,  de los delitos relativos a la prostitución, pero, apenas se debate sobre el estigma de la prostitución o el de la puta. Aunque es abordado desde diferentes teorías. Pero el estigma, es decir, la discriminación y las consecuencias que traen para las mujeres y hombres que ejercen la prostitución no es abordado con la misma pasión, cuando es el principal problema y lo que hace que les personas se avergüencen, tengan miedo a los juicios de valor y comentarios insultantes y esto provoca que se intente ocultar la actiidad prostituitoria o se disfraza, por lo que es muy díficil conocer realmente todas las circunstancias y contextos de prostitución. Asimismo este problema se ve agravado en personas que son víctimas de trata, ya que prevalece el estigma antes que su estatus de víctima, por lo que no reciben el apoyo por parte de gente que es imprescindible como el apoyo familiar.
A mi modo de ver, es un tema que se tendría que debatir más y se tendría que buscar soluciones para su deconstrucción, consideo que la mejor manera (si hay alguna manera mejor, por favor hagánlo) es que hasta que no se consiga un cambio y no haya injusticias social, la prostitución sea considerado trabajo (todos lo que se considera trabajo aunque sea en condiciones de explotación es digno). En los paises que la prostitución está considerado trabajo la demanda es menor, Alemania, sólo un 4% de demanda frente a un 36% en España, y se calcula que hay una 80.000 prostitutas (con el doble de habitantes que España) frente a las 300.000 de España (datos totalmente estimados y que no se sustentan en ningún estudio riguroso. Pero son las cifras que se están barajando
Copio y pego lo que escribí ya hace un tiempo:

"Cuando se argumenta que ninguna mujer nace para ser "puta", ¿qué se está diciendo en realidad? ¿no se está aplicando el estigma?
Todas, absolutamente todas las mujeres que he conocido, desde que empecé a ejercer, sufren o han sufrido, de una manera u otra, las consecuencias de este estigma social, (independientemente de la actitud adoptada para afrontar el estigma). El miedo al rechazo social, a no ser entendida, a los insultos, a no actuar de acuerdo a las expectativas de los demás, es lo que hace que se lleve doble vida, mintiendo constantemente y esta doble vida es la que lleva a depresiones o estados de ansiedad, frustraciones, baja autoestima, entre otros problemas en diversos casos, más que por el hecho de ejercer la prostitución en sí.
Por el colectivo abolicionista, este miedo que provoca que las mujeres prostitutas no quieran hablar, es el que es interpretado como miedo a denuncair situaciones de explotación, si de verdad quisieran conocer la realidad verían que es un escenario muy diferente.
Asimismo, este miedo hace que en muchas en manifestaciones públicas digan que lo están pasando muy mal, que si que esto no es vida, cuando en realidad, no lo llevan peor que realizando otros trabajos u actividades que no gustan pero, que por un motivo u otro se realizan; porque decir que eres prostituta y que encima te lo pasa bien y disfrutas es lo peor de lo peor, el rechazo es igual al que reciben los delincuentes.
Pero no sólo queda aquí la cosa. En mi caso concreto lo que opine una parte de la sociedad me es indiferente y la gente que me rodea sabe quién soy y cómo soy, pero aún tengo mis recelos, porque no he tenido ovarios de poner en ningún curriculum vitae que ejerzo la prostitución hasta hace poco, pero lo haré y tanto que lo haré...
Ahora voy un poco más y me pongo en la piel de las mujeres que han sido víctimas de la Trata que han tenido la valentía de denunciar, (porque esto si que es valentía ya que están amenazadas de muerte) y que intentan rehacer su vida. Pues bien, incluso estas mujeres no tienen perdón, no son tratadas como víctimas, son tratadas de "putas" en el sentido peyorativo (en la pélicula "Agóra" se refleja muy bien este sentido peyorativo) Se considera que la culpa es de ellas y, las consecuencias son las dificultades que tienen para conseguir trabajo, pareja etc.
A tenor de lo que he podido observar tengo la sensación que la sociedad es más tolerante con los delincuentes que ya han cumplido su condena, (sobre todo con los de guante blanco).

Este es el artículo que ilustra muy bien la situación de estas mujeres:

"El estigma de la prostitución es uno de los factores que condicionan la inserción social de las mujeres que han sido víctimas del delito de tráfico, así que la forma de tratarlo merece una atención especial en los programas de inserción social de las mujeres víctimas en la sociedad de destino.
En linéas generales, podemos decir que el estigma de la prostitución és un factor estructural de discriminación social, que representa una nueva marca que desacredita la identidad femenina de estas mujeres relacionada con una imagen negativa y estereotipada de su sexualidad, la raíz de la cual se encuentra en su clasificación como "putas".
Como ya se sabe el calificativo de "puta" es (y ha sido a lo largo de la historia) un poderoso instrumento de control de las mujeres y de su sexualidad que se ha constituído -socialmente y culturalmente- como sinónimo de mujer ilegitima, mala, pecadora, o víctima. Para algunos autores, a más a más, este calificativo ha resultado funcional a la dominación masculina, porque ha sido capaz de enfrentar el género femenino a través de una estricta división entre mujeres "buenas" vs "malas", "honestas" vs "deshonestas", "pures" vs "impuras", "putas" vs "mujeres", "sujetos de derechos" vs "sujetos de intervención" ( así, entre otras destacadas pensadoras como Roberta Tartafione, Gail Petherson y Dolores Juliano).
Definido en estos términos, se puede entender que el estigma de la prostitución recae como una amenaza sobre todas las mujeres por el simple hecho de serlo, pero quién realmente lo padece y con particular impacto son aquellas que se encuentran o han estado involucradas en contextos de prostitución y mucho más aún, las que han sido víctimas de tráfico con finalidad de explotación sexual.
Una de las consecuencias más drámaticas de este estigma es que ofrece un plus de sufrimiento a las mujeres víctimas del Tráfico, ya que las condena a la condición de seres socialmente invisibles, faltos de todos los derechos, o, lo que es lo mismo, a la condición de no personas. De hecho, el estigma de la prostitución es señalado, en gran cantidad de estudios sobre la materia, como el principal factor de exclusión social de estas mujeres, que les dificulta enormente la integración en la sociedad de destinación.
Al ser interiorizado (asumido como propio) para las víctima del tráfico, el estigma de la prostitución presenta unos efectos que desvaloran la persona que es, su enterno fuertemente clasificador, puede dificultar los procesos de cambio que se pudieran estar planteando. La interiorización del estigma de la prostitución acostumbra a provocar sentimientos de frustración, baja autoestima y culpabilidad. Estos sentimientos pueden influir, dificultándolos o bloquándolos, en los procesos de recuperación de recursos y de valoracción de las propias capacidades iniciados por estas mujeres e incluso, y dado el caso, también puede producir el abandonos o renúncias a un eventual proceso de recolocación laboral ( por no sentirse fuertes y seguras, por miedo a ser reconocidas o discriminadas por su pasado etc.).
La desconstrucción del estigma de la prostitución se considera esencial, por tanto, para la inclusión sicial de las mujeres que han sido víctimas del tráfico para su explotación sexual. De manera que es mucho más recomendable que en sus procesos de inserción social y laboral se introduzcan sesiones específicas (grupos de analísis, talleres, etc.) para trabajar los significados y la discriminación social que comporta.
El próposito de estas acciones será, en primer lugar, hacer visible el estigma de la prostitución y los efectos destructivos hacía la persona que lo puede estar sufriendo; en segundo lugar, se facilitaría las herramientas necesarias para promover el análisis y la relativización de este factor, igual como también el cuestionamiento de este, promocionando en último caso, el desarrollo de recursos para reelaborar de una manera más positiva sus consecuencias.
Se trata, en definitiva de profundizar y cuestionar los roles y las funciones socialmente impuestas a las mujeres con el próposito de desarrollar instrumentos útiles para liberar los sentimientos de culpabilidad y/o frustración que puede comportar el ejercició de la prostitución vinculados con aquellos y que pudieran ser identificados como una consecuencia directa de la estigmatización que implica la actividad.
Se pueden aprovechar también estas sesiones para analizar la ruptura de otros estereotipos de género que pudieran obstaculizar la toma de consciencia del potencial transformador de la mujer y su capacidad de influir en el mundo y que relacionan con cualquier otra actividad que, como la prostitución , haya estado tradicionalmente atribuida a las mujeres encasillándolas en un rol o en un papel social determinante.
Haciendo explícito los roles socialmente impuestos a las mujeres y que hayan estado asumidos como propios se pueden hacer visibles los condicionamientos y las limitaciones que estos suponen, igual como también las funciones y responsabilidades a partir de ellos y los sentimientos y las emociones que les corresponden. Todo esto ofrece, en sintésis, la oportunidad de desvincular el estigma de la prostitución de la propia experiencia vivida por cada mujer, integrando en esta los componentes sociales que hayan podido influir para agrabavarla, de manera tal que puedan ser revalorados y si hace falta, recuperados con mayor fuerza los recursos individuales que puedan ser útiles y necesarios para afrontar la propia vida de una manera más independiente y autónoma.
Voces, contra el tráfico de mujeresm número 6 . Otoño-invierno 2008. Adoratrices-Proyecto Esperanza.



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