sábado, 2 de junio de 2012

La prostitución, la maternidad, la pareja monógoma. "Las funciones de los Orgasmos" Bibliografía

Marta Elisa, ·Las ocultas" reflexiona sobre la aportación que hace de la prostitución este obstreta. Aunque personalmente, buscar explicaciones científicas, centradas en explicaciones del comportamiento "hormonal" me inquieta bastante porque ni mucho menos el factor hormonal es determinante, y si lo es, y mucho, el cultural y el como se ha ido estableciendo el orden social; desde que los seres humanos eran cazadores-recolectores hasta la actualidad y la necesidad que ha habido de controlar la sexualidad a medida que se iba constriñendo espacios y cada cultura  iba imponiendo sus normas... Lo interesante de esta aportación "científica"es el párrafo que está en negrita. Más de una vez me habéis oído decir que si las prostitutas habláramos, la institución del matrimonio quedaría totalmente desmontada. Hay un hecho incuestionable, los hombres mayoritariamente utilizan el servicios de prostitución en la etapa que coincide con la maternidad y con la menopausia de las mujeres, etapas que es cuando más desatendidos están a nivel sexual y afectivo, si esta demanda, en nuestra cultura occidental habría menos prostitución seguro.¡ojo sin dejar de lado otros  comportamientos sexuales y afectivos  de los varones, que denotan por mil motivos diferentes su insatisfacción con su vida sexual y afectiva y que es muy difícil de clasificar cualitativa mente, porque solo la prostitutas las conocemos de primera mano (no sale en entrevistas  de las que se suelen hacer a los "puteros".
Montse Neira






Todos los episodios de la vida sexual humana pueden alcanzar un clímax, una cúspide. Estas situaciones cumbre son intensas respuestas de los sistemas nervioso y endocrino, cambios en los niveles de consciencia, posibles sendas para escapar de la realidad mundana espacio-temporal, vías para alcanzar estados emocionales trascendentales. La oxitocina, «hormona tímida», es el eje central de todos los estados orgásmicos y extáticos. Tanto durante el parto como durante cualquier otra experiencia sexual, el neocórtex tiene que ponerse en reposo para facilitar la producción de un torrente hormonal, de un «cóctel orgasmogénico» que nos permita relajarnos en la cumbre de la trascendencia. Para ello, cualquier experiencia sexual, y también el parto, precisa de ‘privacy’, de la sensación de «no sentirnos observados».


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No puedo dejar de hacerme eco, aquí, de la mención a las prostitutas que hace un reputado obstetra, Michel Odent, en uno de sus múltiples libros, titulado "Las funciones de los orgasmos" , de la editorial Obstare. Este hombre lleva décadas investigando los estados hormonales asociados a momentos cruciales de nuestra biología, como lo son el embarazo, el parto y la lactancia. Rara vez los científicos se descuelgan con menciones a la prostitución, así que hay que destacar la osadía de Odent, quien, por otra parte, es muy prudente, y no dice más de lo que dice, que es esto:

"El advenimiento de la monogamia estricta tal y como la conocemos es (...) un fenómeno greco-romano. (...) Tan pronto como la monogamia pasó a ser la norma, empezaron a surgir dificultades u obstáculos para la lactancia. En la sociedad griega existían esclavas llamadas "tittai" dedicadas a amamantar a los bebés de sus dueños durante seis meses. Las mujeres de la alta sociedad temían poner en juego su silueta, y temían disponer de menos tiempo para sus "obligaciones conyugales" si daban el pecho ellas mismas. (...)
Por los mismos motivos, durante los últimos doscientos años y hasta hace poco tiempo, en Europa Occidental las mujeres recurrieron a la ayuda de nodrizas. Era costumbre que las mujeres adineradas de la ciudad mandaran a sus bebés a vivir con nodrizas que residían en el campo. Estas nodrizas pertenecían a una clase socieconómica desfavorecida, y algunas de ellas eran también prostitutas. Es interesante observar cómo, en las sociedades monógamas, las nodrizas y las prostitutas pueden llegar a ser consideradas mercenarias que aportan sustitutivos del amor, ya sea maternal o conyugal."

He incluído en este párrafo la referencia a la lactancia porque, si uno lee el resto del libro, entiende la relación que Odent realiza entre dar el pecho durante largo tiempo y la búsqueda de prostitutas. La lactancia está relacionada con hormonas que disminuyen la líbido (o sea, el deseo sexual) en la mujer. Odent, como otros autores, relaciona esta disminución de la líbido femenina (que produce una menor disponibilidad sexual) con la incapacidad de que el matrimonio monógamo "funcione", pues exige, del hombre, asumir largos períodos de abstinencia sexual para los cuales, sin embargo, no parece estar preparado. En teoría él no vive ningún cambio hormonal que le disminuya la libido, con lo cual, según esta suposición, es lógico que se se produzcan tensiones y desencuentros asociados a la crianza tradicional, y de ahí la búsqueda de otras mujeres para satisfacer las necesidades sexuales.

El asunto tiene mucha miga, y se podría debatir desde diferentes puntos de vista. Yo me planteo muchos interrogantes, y creo que la ciencia aún no lo ha visto (ni medido) todo, pero está claro que algo de esto sucede, al menos tal y como vivimos las cosas normalmente. Y también está claro que la "presión social" (que Michel Odent denuncia a lo largo de todo su libro) para que la mujer no "abandone" a su hombre "por" el niño, ha contribuído a que se empuje a la madre a adoptar alternativas a la crianza natural. Nodrizas, biberones...Todo con tal de "liberar" a la madre de sus hormonas maternales, interrumpiendo ese fluír y desapegándola de su bebé para que siga siendo "ella misma". O sea, la que era antes de parir: una mujer predispuesta y atenta a su marido, que pueda cuidar un niño como quien cuida a una mascota. A ratitos y sin que moleste demasiado, para que la vida "de siempre", o sea, la que se considera "vida normal", no cambie, empujada por los poderosos flujos de la oxitocina y la prolactina (hormonas estrella de la primera crianza)

La cosa tiene doble miga cuando se nos explica (el libro también lo hace) las posibles ventajas evolutivas que ha tenido que los ricos (y por lo tanto, poderosos) criaran de esta manera, interrumpiendo los flujos hormonales naturales para "independizar" enseguida al bebé de sus madres. Al parecer, esto facilitaría la introducción de una alta dosis de agresividad contenida en los individuos, cosa útil para conquistar y dominar a los pueblos vecinos, que ha sido la manera que han tenido la mayor parte de "civilizaciones" de prosperar. O sea, según los últimos estudios científicos, la ruptura de la crianza "natural" favorecería un carácter agresivo y poco empático, lo cual se relacionaría con la capacidad de imponerse a otros por la fuerza, expandirse, crecer, etc, y he ahí los imperios floreciendo, los "tiburones" prosperando a costa de otros, etc.

Pero ni siquiera podemos quedarnos ahí, ya que en la parte final del libro, Odent se pregunta si esta misma "ventaja evolutiva" no se está convirtiendo, con el paso del tiempo, en una clara desventaja, ya que la agresividad excesiva y la desconexión con la naturaleza podrían estarnos conduciendo al desastre ecológico y como especie. Entonces, propone un reestudio de lo que el ser humano necesita para desarrollarse como individuo empático y de máxima sociabilidad, y reemprender el camino "natural", aunque sea adaptado a los tiempos que corren.

¿Y donde quedan las putas en todo esto? Bueno, Michel Odent no vuelve a referirse a ellas, salvo en una breve alusión a la prostitución sagrada de la antigüedad (donde las relaciona con la búsqueda de la trascendencia, a través del orgasmo)

En todo caso, parece claro que opina que la prostitución surge asociada a la obligación de la monogamia para todos (y en todas las circunstancias) y también con una especie de "déficit de amor" que los individuos tendrían. (Se refiere al amor en términos exclusivamente hormonales) Este déficit procedería de la manera que tienen de organizarse y relacionarse las personas, que a su vez estaría medida y controlada por unas normas sociales concretas, etc.

En cierto sentido, entonces, se deduce que hay que agradecer a las prostitutas su papel como "consoladoras" de hombres, en un sistema que cojea por diferentes puntos y deja lagunas importantes en la vida de éstos. Pero por otro lado, es fácil deducir que, en un estado ideal de las cosas, ese "consuelo" no sería necesario. Eso sí: ¿Dónde se puede encontrar una sociedad ideal de esas, hoy en día? Que me lo digan, que igual emigro. Lástima, porque creo que no las hay...Aunque soñar es gratis, y yo apuesto por soñar una futura sociedad de ésas. (En alguna parte, al menos)

En definitiva, al terminar de leer "Las funciones de los Orgasmos" me he encontrado con explicaciones científicas que avalan las ideas que expuse en mi libro: la prostitución es una creación de determinadas sociedades y depende enteramente de que existan ciertos tabúes, costumbres y normas impuestas (tanto las dichas, como las no dichas). De todos modos, cuando escribí "Las Ocultas", no había leído al Sr. Odent ni tenía idea de todo esto de las hormonas del amor, la lactancia, etcétera. Me basaba casi exclusivamente en mi propia observación y en la percepción debida al hemisferio derecho. Pero ahora tomo nota, decidida a seguir investigando el apasionante mundo de las relaciones humanas desde que somos gestadas...O cómo creamos la sociedad a partir de las experiencias íntimas que vamos teniendo a lo largo de la vida.

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