viernes, 30 de noviembre de 2012

Un nuevo apoyo para las Víctimas de Trata de seres humanos


Acción de la Red Española contra la Trata de Personas en 2008
En el mundo, el 80% de las víctimas de trata de personas con fines de explotación laboral y sexual son mujeres y niñas. Diversas entidades especializadas en detectar, identificar y atender a víctimas de trata en el Estado español recuerdan que la trata de personas es una forma de violencia de género y reivindican un abordaje integral del fenómeno que lo desvincule del delito de tráfico irregular de personas, penado en la ley de Extranjería.
“Es un error que la Ley de Extranjería regule los permisos especiales de residencia para víctimas de trata que no tienen papeles y el período de reflexión y restablecimiento que necesitan las víctimas”
Organizaciones como Proyecto Esperanza reclaman una Ley Integral Contra la Trata, que incluya un Estatuto de la Victima que garantice su protección y recuperación integral y aborde la lucha contra la trata desde una perspectiva de derechos humanos.
Prostitución, tráfico y trata no son lo mismo
Un año después de la promulgación del Protocolo de atención a Víctimas de Trata que aplicaba las nuevas disposiciones del Reglamento de la Ley de Extranjería en cuanto a detección, identificación y atención de víctimas, entidades especializadas como Dones Juristes, Genera y Sicar-Cat consideran que la perspectiva de intervención del Protocolo sigue asentada en la confusión entre tráfico irregular de personas (cruzar fronteras ilegalmente, lo que está penado por la ley de Extranjería –denominado smuggling en inglés-) y la trata de personas (explotación laboral y sexual de personas mediante amenaza o medios coactivos-amenaza, secuestro, fraude, engaño y vulnerabilidad, que no requiere necesariamente trasladarse de un país a otro; en inglés, trafficking).
El nuevo Código Penal distingue entre los delitos de tráfico irregular de personas y de trata, tal y como venían reivindicando las entidades expertas, agrupadas en la Red Española de Lucha contra la Trata, desde la promulgación del Plan Nacional de Lucha contra la Trata con Fines de Explotación Sexual, en marzo de 2009. Sin embargo, la confusión entre tráfico y trata subyace, por ejemplo, en el hecho de que la Ley de Extranjería regule los permisos especiales de residencia para víctimas de trata que están en situación administrativa irregular y no tienen papeles, así como el período de reflexión y restablecimiento que necesitan las víctimas.
Lorena Garrido, de l’Associació de Dones Juristes y miembro del Grup Antígona, Mujeres y Derechos en Perspectiva de Género de la Universitat Autònoma de Barcelona, considera que esto es “un error, porque no todas las víctimas de trata son extranjeras [no nacionales de la Unión Europea]. Algunas tienen pasaporte europeo, son de Rumanía, Bulgaria”. Según Garrido, esto demuestra que “nos traicionan los estereotipos sobre quiénes son víctimas de violencia de género, en este caso el arquetipo son las migrantes”.
“La trata puede cometerla el crimen organizado o no: un hombre que obligue a su mujer a hacer trabajo doméstico o ejercer prostitución en contra de su voluntad, lo que está directamente vinculado a la violencia de género en el ámbito de la pareja”
Además, Garrido critica que el Reglamento condicione la obtención del permiso de residencia de las víctimas de trata en situación irregular “a la colaboración eficaz con las autoridades en la investigación contra las mafias . No olvidemos que son víctimas de una vulneración de derechos humanos”.
De hecho, la Directiva Europea 2011/36 del 5 de abril de 2011, relativa a la prevención y lucha contra la trata y protección de las víctimas, que el Estado español debe transponer a su ordenamiento jurídico antes del próximo mes de abril, establece que, para brindar protección “a las personas en situación de trata, no es necesaria la denuncia ni la participación en la persecución criminal”, explica Garrido, que recuerda que las víctimas de trata “tienen miedo sobre su propia integridad y la de sus seres queridos. No esperemos que siempre quieran denunciar y mantener la denuncia”.
Para Garrido, otro equívoco que dificulta un abordaje eficaz de la trata es que “se confunde trata con fines de explotación sexual y prostitución”. Reivindica distinguir entre la prostitución no ejercida de forma voluntaria y la voluntaria “, tal como hace el Convenio de Europa de 2005 sobre lucha contra la trata, vigente desde el 2009 en el Estado Español.
El Convenio considera trata “el servicio doméstico forzado, el matrimonio y la prostitución forzadas y otras formas de explotación sexual contra la voluntad de la mujer”, explica Garrido, que aclara que “hay mujeres que sabían que venían servicio doméstico o a prostituirse, pero no que les iban a quitar el pasaporte, las condiciones, el horario…etc. Puede haber tráfico irregular de personas con consentimiento, pero no hay consentimiento en la coacción, el engaño y las amenazas”. Además, abunda, “el Código penal aún mantiene el Art. 188.1 que castiga a quien se lucra de la prostitución de otras personas, aún con el consentimiento de éstas , lo que genera más confusión entre trata y prostitución no forzada”.
La trata de mujeres es violencia de género
Además, la Directiva Europea de 2011 “establece que la trata puede cometerla el crimen organizado o no. Podría ser un hombre que obligue a su mujer a hacer trabajo doméstico o ejercer prostitución en contra de su voluntad, lo que está directamente vinculado a la violencia de género en el ámbito de la pareja. Las redes se aprovechan de la idea del amor que potencia la violencia en este ámbito”, expone la integrante de Dones Juristes. En su opinión, en la lucha contra la trata es esencial usar “los conocimientos, los mecanismos de intervención y los recursos especializados que se aplican en la violencia de género”.
“Para desvincularse de las situaciones de violencia machista, las mujeres tienen que ser protagonistas del proceso. Hay que darles la capacidad de decidir, si no ejercemos paternalismo institucional”
Noelia Igareda, también integrante del Grupo Antígona, investiga sobre los matrimonios forzados, que, por trasposición de la Directiva Europea sobre prevención y lucha contra la trata, pasan a ser delito en el anteproyecto de reforma del Código Penal para 2013, y coincide en esta perspectiva: “obligar a ejercer servicio doméstico o prostituirse o a contraer un matrimonio de forma forzada son formas de explotar a las mujeres en base al rol tradicional de los trabajos informales dentro del matrimonio, el trabajo sexual, reproductivo y de cuidados”.
Esta visión es compartida por entidades como Genera, que atiende a mujeres que ejercen prostitución y a menudo detecta mujeres que presentan indicios de ser víctimas de trata. A veces, explica Clarissa Velocci, de Genera, “las mujeres mantienen relaciones afectivas con un tratante. Pero los protocolos de persecución se piensan en términos de intervención espectacular, como si los GEO (grupos especiales de operaciones) entraran en casa de una mujer maltratada: asustado todo el mundo, ella la primera. Las instituciones no reconocen el trabajo diario de las entidades que hacen detección y atención de víctimas de trata, y no ven que, para desvincularse de las situaciones de violencia machista, las mujeres tienen que ser protagonistas del proceso. Hay que darles la capacidad de decidir, si no ejercemos paternalismo institucional.
Políticas de protección a las víctimas que las revictimizan
Según la directiva europea, basta el más pequeño indicio para identificar a las víctimas de trata, pero su texto no aclara de quién es la responsablidad de la identificación. En el Estado español es la Policía quien debe hacerlo, según establece el artículo 59.bis del Reglamento de la Ley de Extranjería, aunque en otros lugares las entidades tienen mayor protagonismo en la identificación de las víctimas y en todo el proceso, tal y como vienen reclamando las organizaciones expertas en la materia en los últimos años.
En 2011 las fuerzas de seguridad detectaron a 14.370 personas en riesgo de ser víctimas de trata. De ellas, sólo 1.082 fueron finalmente catalogadas como tales. Según Proyecto Esperanza, tan sólo se otorgaron 59 permisos de residencia a víctimas
La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, emitió a finales de septiembre un informe sobre trata de personas en el que expresa su preocupación por las posibles deficiencias en el proceso de identificación de las víctimas: según el informe, en 2011 las fuerzas de seguridad detectaron a 14.370 personas en riesgo de ser víctimas de trata en todo el Estado español. De ellas, sólo 1.082 fueron finalmente catalogadas como tales. Se ofrecieron 763 periodos de restablecimiento y reflexión, de los que 680 fueron denegados o rechazados por las víctimas y 98 concedidos. Según Proyecto Esperanza, el año pasado en todo el Estado español tan sólo se otorgaron 59 permisos de residencia a víctimas de trata .
Los obstáculos para la correcta identificación de las personas víctimas de trata son diversos: Velocci considera que “el estereotipo “joven, migrante y sin papeles juega un papel importante en la detección de las víctimas de trata. Hasta las profesionales trabajan con ideas que tienen más que ver con la criminalidad que con los derechos”. En Catalunya, explica Velocci, las entidades “no tenemos la potestad de abrir puertas de derechos a las víctimas, pese a disponer de una Ley de Violencia Machista que incorpora la explotación sexual como forma de violencia de género”. Además, explica, “se ha incorporado con normalidad la ordenanza cívica que persigue la prostitución en las calles de Barcelona, la ley que multa con 3.000 euros la prostitución en las carreteras catalanas y la posible incorporación al Código Penal del delito de prostitución en el ámbito público”.
Según Velocci, “las políticas de persecución de la prostitución persiguen también a las mujeres víctimas de trata por prostitución forzada y dificultan su detección, la tarea policial y la investigación”. De hecho, explica, “el Conseller d’Interior, Felip Puig asegura que el personal del Servei Català de Trànsit, que impone las multas a las prostitutas en las carreteras catalanas, está formado para detectar indicios de trata, cuando no es cierto. Están revictimizando a las mujeres”, concluye.
Tanto la Ordenanza como la Ley de Carreteras, añade, “vulneran el derecho a la libre circulación y no discriminación de las prostitutas, pero a las víctimas de trata les generan una nueva situación de violencia que se suma a la que sufren cotidianamente, porque no pueden irse. Multarlas por estar en una calle o una carretera es tan grave como multar a una mujer que grita cuando la maltratan”.
Un abordaje no punitivo de la trata
En Catalunya, además, la aplicación del Protocolo de Atención a las Víctimas de Trata de 2011 se complica por la convivencia de dos cuerpos policiales: la Policía Nacional, que debe realizar la identificación de las víctimas, y los Mossos d’Esquadra, que también tienen competencias y una Unidad especializada en la Lucha contra la Trata.
Según Sandra Camacho, de Sicar CAT, entidad que brinda recursos y atención integral a las víctimas tras la identificación, “la Policía actúa bajo el enfoque de extranjería, mientras que los Mossos, lo hacen desde el de lucha contra el crimen organizado: de conformidad con la legislación prevista, los primeros tienen la exclusividad de identificación y, por ahora, no están teniendo en cuenta a las entidades. Hay que invertir en formación para no revictimizar a las mujeres: a las víctimas no extranjeras no se les está aplicando el articulo 59 bis de laLey de Extranjería, aún cuando hay una disposición adicional que lo hace extensible a las nacionales de la Unión Europea”.
“La Ordenanza barcelonina y la Ley de Carreteras catalana que persiguen la prostitución en la vía publica suman una nueva violencia a las que sufren cotidianamente las víctimas de trata. Multarlas es tan grave como multar a una mujer que grita cuando la maltratan”
Además, explica Camacho, “en ocasiones se ha llegado a expulsar a mujeres extranjeras que no han sido identificadas como víctimas de trata a su país de origen, pese al riesgo que corren”; se les exige que se autoidentifiquen y colaboren como tales, pero no siempre se les otorga un período de restablecimiento y reflexión. El permiso de residencia y de trabajo está condicionado en la mayoría de los casos a la colaboración policial”.
De hecho, durante la presentación en Madrid de la II Evaluación de impacto de víctimas de Trata: Recuperando derechos, progresando en dignidad , trabajo conjunto de Sicar-Cat y Proyecto Esperanza, la Asesora Responsable del Área de Migraciones e Igualdad de Trato de la Defensora del Pueblo, Elena Arce, reconoció que “los periodos de restablecimiento y reflexión solicitados y concedidos siguen siendo muy bajos. Por ello, es necesario revisar el procedimiento”.
Según Camacho, “tal y como está previsto en la normativa, se parte del previo si colaboras, te doy el permiso. Y luego las que lo hacen una protección real ni efectiva para ellas, y mucho menos para sus familiares en origen, durante el proceso de investigación, que puede llegar a durar un año y medio.
Por ejemplo, la Reforma de la la Ley de Asilo de 2009 incluyó la persecución por motivos de género y la trata entre los motivos para obtener el asilo que se contemplan en la Ley. Sin embargo, no han dado ni un permiso por esta causa”. Camacho remarca que “los tiempos de la Administración no son los mismos que los de las víctimas”, y denuncia que “ durante el procedimiento judicial, no se las informa debidamente de los encarcelamientos de tratantes, archivos o sobreseimientos, sentencias absolutorias, etc, y no siempre se les brindan medidas de seguridad efectivas; como mucho, el estatus de testigo protegido”.
Velocci la secunda y recuerda que “a los tratantes condenados por las redadas contra mafias de trata en el Raval en 2006 les han impuesto sólo dos años de cárcel, y nadie sabía dónde estaban las víctimas, porque no las han cuidado. Priorizar la perspectiva judicial y penal por encima de sus derechos es un error”. Según la evaluación de impacto de lucha contra la trata de Proyecto Esperanza, sólo el 50% de las mujeres entrevistadas que denunciaron conocen que en su caso ha habido sentencia, y ninguna ha cobrado indemnización alguna.

Las entidades reclaman más protagonismo en la lucha contra la trata
Camacho puntualiza que, “tal y como se ha planteado y plasmado en la legislación, existe el riesgo de que tanto las mujeres víctimas de trata como las Ong’s que las atienden puedan ser instrumentalizadas” y critica que no haya ninguna legislación al margen que contemple los derechos de las víctimas de trata.
La Reforma de la la Ley de Asilo de 2009 contempla obtener el asilo por la persecución por motivos de género y la trata. Sin embargo, no han dado ni un permiso por esta causa
El 18 de octubre, día europeo de lucha contra la trata de seres humanos, Proyecto Esperanza, que atiende a víctimas de trata desde 1999, y es miembro de la Red Española contra la Trata de Personas, reclamó la puesta en marcha de una Ley Integral Contra la Trata.
Posteriormente, Carmen Quintanilla, Presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso de los Diputados anunció la promulgación de una Ley Integral contra la Trata en 2013. Marta González, coordinadora del Proyecto Esperanza, ha valorado positivamente el anuncio y ha reclamado que la futura Ley “incluya un Estatuto de la Victima que garantice el acceso efectivo a derechos desde un enfoque de derechos humanos, y aborde todas las formas de trata. Su finalidad debe ser prevenir, sancionar y erradicar esta violación de derechos humanos y proteger y prestar asistencia a sus víctimas. Se debe articular una respuesta institucional coherente a todos los niveles en la que se contemplen medidas de prevención y sensibilización, así como detección, protección a las víctimas y acceso efectivo a derechos”.
Desencuentro entre entidades e instituciones en la adaptación del Protocolo a Catalunya
Mientras tanto, la aplicación del protocolo estatal genera desencuentros entre la Generalitat y las entidades expertas en la materia. Desde 2011, las entidades agrupadas en la Xarxa Catalana sobre la Trata de Persones reclaman a la Generalitat que elabore un protocolo de atención a las víctimas que adapte el de ámbito estatal a las particularidades del territorio catalán.
El Departament de Justícia de la Generalitat ha creado una comisión de trabajo que tiene previsto presentar el borrador del nuevo protocolo catalán en diciembre de 2012 o enero de 2013. Según Elisabeth Saltor, Responsable de Apoyo Jurídico a la Organización Judicial del Departament, “el Protocolo incluirá todas las formas de trata y prevé la participación activa de organizaciones expertas desde la detección hasta el final del proceso”.
Integran la comisión, explica Saltor, “la Fiscalía Superior de Catalunya; la Delegación de Gobierno, los ayuntamientos; l’ Assemblea y Federació de Municipis; cinco departamentos de la Generalitat; los Mossos d’Esquadra y l’Institut Català de les Dones (ICD), que a su vez participa en la Xarxa Catalana sobre la Trata”.
Sin embargo, explica Velocci, “no es cierto que las entidades de la Xarxa estemos informadas, ya que hace meses que solicitamos el borrador del protocolo, y tampoco representadas por el ICD, porque éste ya no forma parte de la misma, dado que en la última reunión de la Xarxa pedimos la salida de las instituciones”. “El ICD”, explica Velocci, “es una institución y tiene su propio rol. Las organizaciones de derechos humanos, feministas y de mujeres tenemos otro papel. Además, el protocolo necesita un conocimiento experimentado del territorio y la perspectiva de las instituciones es de seguridad, incompleta”.

 http://www.pikaramagazine.com/2012/11/las-expertas-reclaman-enmarcar-la-lucha-contra-la-trata-en-las-politicas-contra-la-violencia-de-generolas-entidades-critican-que-la-ley-de-extranjeria-regule-la-concesion-de-permisos-de-residencia-esp/

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Juana Gallego: "El cine no trata a las mujeres prostituidas como seres humanos"


De entrada cuando Juana Gallego dice mujer "prostituida", también está ejerciendo violencia contra la mujer que ha decidido ejercer la prostitución ya que no reconoce sus capacidades de tomar decisiones y de asumir riesgos siendo consecuentes con sus actos. El cine reproduce estereotipos  y situaciones que se dan en el contexto de la prostitución y si hay algo que se pone más en evidencia es el estigma, como se discrimina a la mujer que ejerce la prostitución. Si, es cierto el cine no trata a las mujeres que ejercen la prostitución como seres humanos, envía el mensaje de que no te hagas puta porque si te haces puta te espera lo peor, en la mayoría de las películas mueren las prostitutas y, sino, las rescata un hombre "bueno" que cuida de ellas y las redime o se vuelven monjas, esto es en la mayoría, mujeres putas e independientes pocas se ven en el cine pero ¡vamos!... lo mismo que las otras mujeres que salen en cualquier otra película... a ver ¿cuántas mujeres salen en el cine independientes, que toman decisiones, que no se someten a los cánones de la moda,  que no son esclavas del amor romántico, que no quieren casarse ni formar una familia, que no quieren ser madres, que realizan el trabajo que les gusta.

Respecto a la violencia en general contra las personas, varones y hembras, ya se inicia en la infancia, cuando padres y madres no dan amor a sus hijos, cuando no son atendidos en las necesidades afectivas, cuando se castiga lo que se hace mal pero no se premia lo que se hace bien, cuando los progenitores proyectan sus frustraciones en los/as hijos/as no se da el amor, cuando en el colegio, son sometidos a una educación hegemónica que no tiene en cuenta las inquietudes de los peques, empieza a inculcarse la violencia cuando a los varones les reprimimos las emociones y les damos armas para que jueguen, y les ponemos delante del televisor...¿sigo?




dimecres 28 de novembre de 2012
 
Juana Gallego: "El cine no trata a las mujeres prostituidas como seres humanos"
Aunque no es exactamente realidad, el cine forma parte de ella y, por lo menos en la gran pantalla son las mujeres prostituidas las que más violencia reciben. La proyección social de esa violencia contribuye a normalizarla y a mitigar nuestra capacidad de reacción ante esa injusticia.
Como una constante que recorre la historia del cine, las mujeres prostituidas siempre aparecen asociadas a la violencia, de las más de 300 películas analizadas por Juana Gallego (Putes de pel·lícula, la violencia de les dones en el cinema analizadas, en casi todas aparecen episodios de violencia (puede ser mortal, una paliza, violación, vejación y humillación) a lo largo de la historia del séptimo arte.
Incluso en las películas más edulcoradas como Pretty Woman o Irma la Dulce, aparece la violencia hacia la mujer prostituida, además, en la mayoría de títulos “las mujeres prostituidas no son tratadas como seres humanos”, afirma Gallego en el que incluso la prostitución suele ser la excusa que canaliza la violencia narrativa, “eso es porque, como espectadores, de alguna manera tenemos interiorizado este trato”, como sucede en La vida de las marionetas de Bergman, en la que un burgués, ante la imposibilidad de asesinar a su mujer, decide matar a una prostituta, “debido a la seguridad que le confiere la impunidad”.
En ninguna de las etapas del cine, se plantea la prostitución como problema ni como denuncia, jamás se adopta la óptica de que es un sistema injusto para las mujeres, sino como algo natural, que no hace falta conceptualizarlo como problema, reflexiona la catedrática de la UAB.
La violencia contra las mujeres es un tema incómodo, difícil, pensamos que los conflictos están lejos, en Palestina, Siria, África, en lugares en los que podemos decir que no nos afecta, pero la violencia contra las mujeres nos afecta a todos a hombres y a mujeres, no podemos decir que no nos concierne.
En el caso de los hombres, se sienten atacados con algo que les remueve por dentro, como parte del género agresor, y a las mujeres nos apodera ese sentimiento de rechazo, de que “a mi, eso no me afecta”. Es un temor que está dentro de nosotros y por eso es difícil de absorber racionalmente.
A su vez es un fenómeno internacional que sucede en los países desarrollados, en los más punteros, en los emergentes, en los más pobres, en los que están en vías de desarrollo. Ahora bien, no en todos los lugares la violencia tiene el mismo cariz.
Se presentan dos tipos de violencia, para Joana Gallego, la que se infringe en el ámbito público (en todos los escenarios públicos) y la que se da en el privado (escenarios, íntimos, domésticos, en ámbitos no expuestos, en el refugio de las personas. Por supuesto, ambas violencias están tratadas con desigual interés, y especialmente la que se sufre en el espacio privado se ha velado a la mirada de los medios y de los políticos. Un espacio, el privado en el que se ha permitido que se produjera violencia, abusos de género, pero también hacia los menores, por ejemplo y ha sido ese velo, que ha impedido desvelar lo que ocurre en los hogares el que ha sido la causa de negación o de obviar ese tipo de violencia.
Eso hace que no haya culpables, aunque sí víctimas, toda la sociedad lo ha hecho posible pero no toda en el mismo grado de implicación.
Ahora tenemos estadísticas, pero no es un fenómeno actual. No es que no existía, es que no aparecían.
Antes los medios de comunicación obviaban el problema, lo consideraban como algo normal, igual que ahora es la prostitución.
Ahora bien, aunque sea un problema social, no todos hemos tenido la misma responsabilidad.
La Policía se ha convertido en una de las instancias más disuasorias para que denuncie una mujer, la Justicia actúa (en su mayoría) minimizando estos acontecimientos, hasta hace poco, para que se sentenciase una agresión tenía que ser si acababa en asesinato. L a Iglesia colabora en esta oscura trama exculpando a los agresores de esta violencia, porque la ha justificado, el papel de las mujeres que divulga la iglesia es como exculpadora de esta violencia porque la ha justificado, las mujeres tienen que ser abnegadas y sumisas. La asistencia hospitalaria cada vez que no aplicaba el protocolo ante “las mujeres que se golpeaban contra las puertas”, y por parte de los medios, cada vez que ignoraban las violencias contra las mujeres o la trataban de forma superficial, en forma de suceso (un acontecimiento impredecible, sin explicación racional y desconectado, aleatorio).
La violencia es un problema social y no un acontecimiento privado.

AGENCIA EFE 

Trabajadora sexual y madre


La traducción al español que prometí:

Las mismas conclusiones a las que he llegado yo (ella en Australia, yo en Barcelona y prometo que no os conocemos de nada... Todo y que yo empecé a trabajar en pisos, locales, clubs y trabajé para terceros en condiciones muy duras al 50% de las tarifas. 
Que se sepa el intercambio de sexo por dinero tiene dos caras, las sórdida, la de la trata, la de los extorsionadores, pero también la de mujeres independientes y fortalecidas que simplemente trabajan para salir a delante, como todo el mundo.  Hay que terminar a de una vez con el estigma que hace que se escondan para que puedan aportar sus testimonios sin miedos, para que se conozcan todas las realidades.
Ah! y me encanta esta definición de feminismo, me quedo con ella.


Esta “amiga” mía dice que es feminista. Pero, a mi entender, la palabra “feminismo” se refiere a conseguir que las mujeres puedan tener el derecho y la libertad de tomar sus propias decisiones. Tengan que ver son el trabajo, el voto, el sexo, la autonomía, el sexo o lo que sea. Se refiere a la libertad de elección y, en mi opinión, no debería ser condicional. Debería ser, sólo.



http://www.mamamia.com.au/relationships/every-coin-has-two-sides-the-sex-industry/
por EVA SCHLESS
Tengo un problema. El problema es que estoy enfadada. Realmente enfadada e intentando escribir. No me gusta escribir cuando estoy enfadada porque dejo un montón de puntos sin tratar y me vuelvo un poco gritona y mal hablada lo que, a su vez, me hace parecer una niña petulante que no se ha salido con la suya.
Así que voy a tomar nota de unos pocos puntos ahora, antes de que se me olviden, y volveré luego, cuando esté un poco más calmada.
Vale. Un poco más calmada… Un poco…
Mi enojo comenzó el sábado por la noche cuando una amiga escribió un estado en Facebook. El estado preguntaba que, si el trabajo sexual era tan reforzante como algunas trabajadoras sexuales “dicen” que es, ¿animarían a sus hijas a entrar en la profesión? Y a continuación se contestaba que no, que desde luego que no lo harían porque en realidad es un trabajo degradante y explotado y ninguna mujer se sentiría nunca orgullosa o “empoderada” por él.
Después repartía algunas “estadísticas” que mostraban que la mayoría de chicas que entran en la profesión lo hacen sólo por su adicción a las drogas y, en último extremo, por desesperación. Aseguraba que las trabajadoras sexuales que defienden lo que hacen como una cosa positiva sólo se están engañando a sí mismas, ya que todo el mundo sabe que no hay nada fortalecedor o positivo en el trabajo sexual…
Dice esto sabiendo perfectamente lo que yo hago. Que soy una trabajadora sexual. Que soy también madre de una hija. Y que mi mundo, mi trabajo, mi carrera —ha sido construido con lo positivo del trabajo sexual.
Mi amiga está equivocada. Y por la siguiente razón:
Cuando se trata de mi hija y lo que yo la “animaré” a hacer, eso no tiene nada que ver con un trabajo o un título específicos y sí tiene todo que ver con darle las herramientas para que haga elecciones y tome decisiones por ella misma.
La “animaré” a ser una persona buena y decente. A tratar a los demás con respeto y no juzgar a nadie por sus apariencias, su origen, a quién aman o qué hacen para vivir. La “animaré” a hacer sus elecciones bien informadas y a vivir su vida de una forma que la haga feliz, satisfecha, plena y confiada. Que ese futuro trabajo sea de cirujana o de trabajadora sexual es algo que sólo ella debe decidir y, si yo hago mi trabajo de madre adecuadamente, será para ella la elección correcta.
No puedo compartir el sermón mal informado e ignorante de que el trabajo sexual no es fortalecedor o una auténtica “elección”.
El trabajo sexual es trabajo.
Lo voy a explicar de una manera muy sencilla:
Amo el sexo. Lo AMO j*didamente. Lo he amado incluso antes de que supiera lo que era o de que supiera que era eso del patriarcado. Todo lo que sabía era que había algo allí abajo que daba mucho gusto.
Según crecí y aprendí más de ello, lo amé más aún.
Y cuando comencé a hacerlo… me dí cuenta de que yo era realmente buena para ello.
Así que, algo que realmente me gusta, para lo que soy buena y por lo que puedo ser pagada, ¿es algo que NO puede ser mi elección?
Trabajo para mí. No tengo chulo, ni administrador, ni burdel. Sólo yo y unos pocos anuncios repartidos por el lugar, pero ¿estoy siendo obligada a hacerlo? No. De verdad que no. Y decir lo contrario es insultante e ignorante.
Ahora veamos el tema de la “explotación”. Pero antes de continuar expondré mi habitual descargo de responsabilidad: soy consciente de que la industria del sexo no es perfecta. Soy consciente de que hay muchas, muchas chicas que están siendo forzadas a hacer este trabajo. Víctimas de trata y esclavizadas.
Sé que hay problemas de drogas, violaciones y agresiones. Sé que hay hombres que explotan esta industria hasta el punto de que hay chicas que son asesinadas mientras trabajan. Conozco esto. He empleado los últimos quince años o así en investigar, escribir acerca de ello, hablar de ello y hablar a las trabajadoras sexuales. Conozco el tema. Sé que hay un lado oscuro horrible y nunca lo ignoraría o pretendería que no existe..
Sin embargo (y es un gran “sin embargo”), toda moneda tiene dos caras, y hay algunas caras verdaderamente asombrosas, positivas, en la industria del sexo. Por ejemplo, cuando mi “amiga” se refiere a las personas que usan el servicio, asegura que lo único que están haciendo es degradar a las mujeres y usarlas y verlas nada más que como objetos. Y me pregunto que le diría a uno de mis clientes, Phil*.
Phil recibió un tiro en la espalda cuando tenía nueve años en un accidente en la granja. No tiene sensibilidad de cintura para abajo y va en una silla de ruedas. También es muy tímido y le cuesta mucho hablar a las mujeres y mucho más pedir una cita o intimar con ellas.
Pero es humano. Tiene necesidades y deseos. Me llama cada pocas semanas y voy a su casa a pasar unas pocas horas. Es un chico divertido y lo pasamos en grande. Besa muy bien, teniendo en cuenta que no ha besado antes a muchas chicas, y sabe muy bien cómo usar sus manos y su lengua.
Sí, me paga por mi tiempo. Es mi trabajo. Pero hay veces que voy a pasar el rato y tomar un café con él sólo porque me apetece —porque nos llevamos bien. Charlamos por teléfono cuando se siente solo y hasta he ido a cenar con él y con mi marido. De verdad me gusta y yo le gusto a él.
Si no fuera por mí, él no tendría absolutamente ninguna intimidad sexual y pienso que esto es una auténtica vergüenza. El sexo es una necesidad humana básica, como el alimento y la vivienda, y la gente se puede pirar si no lo tiene.
Phil no es mi único cliente discapacitado, veo a un par de chicos con problemas de motilidad y otras discapacidades, pero que son seres humanos con sangre en las venas que quieren y desean contacto sexual y tienen dificultades para conseguirlo por su situación.
¿Sólo me están explotando? ¿No es (si lo piensas detenidamente) casi lo contrario? Quiero decir que me están pagando trescientos o cuatrocientos dólares la hora por algo que es gratis para casi todo el mundo.
El trabajo sexual es trabajo.
Después están mis clientes femeninas. De hecho, cada vez veo a más y más mujeres, pero hay dos a las que veo mucho. Una es un ama de casa bisexual aburrida a la que le gusta pasarse los días en la cama viendo porno lésbico y comiendo coños, y la otra es una lesbiana que trabaja tantas horas y viaja tanto que no tiene tiempo para una relación o ni siquiera para quedar con alguien para tener sexo ocasional.
¿Me está explotando? ¿Es sólo una jodida y sórdida misógina que quiere humillarme y utilizarme? No. Simplemente está pagando por lo que no tiene tiempo de hacer de otra manera.
Está Gary, que acaba de divorciarse y no quiere de ninguna manera una relación, pero que todavía quiere tener sexo. Está Fred, que a sus treinta años era aún virgen y tenía miedo de decepcionar a una pareja potencial, por lo que quería algunos consejos. Harold tiene 70 años y su mujer murió el año pasado. No tenemos sexo, pero le gusta abrazarnos y hablar de los días en que él y su mujer tenían una vida sexual maravillosa.
De hecho, muchos de mis clientes no quieren sexo. Quieren compañía y conversación.
Susan tiene una endometriosis muy mala. Auténticamente severa. No puede tener sexo en absoluto. Le es doloroso, incómodo y molesto. Y me refiero a todo el sexo. No solo a la penetración. A menos de que tome medicación superfuerte para el dolor todos los orgasmos le resultan dolorosos y, debido a que la medicación tiene ciertos efectos secundarios severos, no suele tomarla con frecuencia.
Pero sí quiere que su marido pueda tener vida sexual y por eso me llamó. Fui a tomar café con ella y hablamos largo rato del asunto y ahora, aproximadamente una vez al mes, voy donde viven y paso una hora con su marido. A veces está ella y a veces no. Pero el arreglo les funciona muy bien y tienen una relación maravillosa y fuerte.
Veo a parejas que quieren experimentar y dar un toque picante a su vida amorosa haciendo un trío. Veo a personas que han perdido a sus parejas por enfermedad o accidente. He dedicado incluso tiempo a un hombre muy gay que sólo quería estar seguro de que era gay (es una larga historia, tengo un blog acerca de ella, lo postearé algún día).
No creo que ni una de esas personas esté explotándome o utilizándome o tratándome sólo como un objeto. Decir esto es casi como decir que yo, como mujer, no tengo permiso para disfrutar o ser promiscua con mi vida sexual porque el sexo placentero no ligado a una pareja es puramente territorio de los hombres y, de cualquier modo, los hombres sólo quieren el sexo para usar a las mujeres.
Es muy insultante para cualquiera de ellos (y para mí) hacer esa afirmación.
Escojo el trabajo que se adapta a mis necesidades.
Diré otra vez que este trabajo es mi elección y que amo j*didamente cada maldito segundo de él. Decir que no es cierto es ridículo.
He hablado con más de doscientas chicas trabajadoras sexuales en los últimos años y puedo deciros como hecho absoluto que sólo tres de ella entraron en este trabajo como último recurso. Ninguna de ellas lo hizo para pagarse una drogadicción.
También os diré que en este ramillete de doscientas chicas hay estudiantes de derecho, estudiantes de medicina e incluso una pareja de oficiales de policía. Hay madres y esposas. Hay mujeres que ahorran para comprar una casa. Mujeres que apoyan a sus familias porque sus parejas no pueden trabajar por la razón que sea. Y hay mujeres que, como yo, lo hacen sólo por el sexo. Sí, hay dinero por medio. Es un trabajo. Pero decir que es sólo por dinero es estúpido. Quiero decir, ¿¿harías TU trabajo gratis??
La diferencia es que yo raramente llego a casa del trabajo con un humor de perros por tratar con toda esa mierda con la que la mayor parte de la gente trata cada día con sus jefes, sus compañeros y los trabajos que tienen que hacer. Yo obtengo juegos y risas y bromas y orgasmos en mi trabajo.
Esta “amiga” mía dice que es feminista. Pero, a mi entender, la palabra “feminismo” se refiere a conseguir que las mujeres puedan tener el derecho y la libertad de tomar sus propias decisiones. Tengan que ver son el trabajo, el voto, el sexo, la autonomía, el sexo o lo que sea. Se refiere a la libertad de elección y, en mi opinión, no debería ser condicional. Debería ser, sólo.


*Todos los nombres han sido cambiados, excepto el de Eva misma.

Eva es una escritora independiente radicada en Melbourne. Que escribe mucho de sexo, trabajo sexual, industria sexual y Tim Tams. A veces escribe también de otras cosas. Podéis seguir su blog aquí.

martes, 27 de noviembre de 2012

Sistema penal y perspectiva de género: trabajo sexual y trata de personas, Bibliografía


Iglesias Skulj,A./Puente Aba,L.M.(coords.), Sistema penal y perspectiva de género: trabajo sexual y trata de personas, Comares, Granada, 2012, 200 págs., ISBN: 978-84-9836-9748
PRÓLOGO: Elementos para el debate sobre el trabajo sexual y la trata de mujeres 
con fines de explotación sexual en el ámbito del Derecho penal

Este libro colectivo agrupa algunas de las participaciones con las que contamos en el II Curso de Novos Feminismos: O traballo sexual desde unha perspectiva de xénero, no tempo da emerxencia da industria do sexo los días 7, 8 y 9 de septiembre de 2011, organizado por el Área de Derecho penal de la Facultad de Derecho de la Universidade da Coruña, gracias al apoyo de la Oficina para a Igualdade de Xénero de la misma Universidad y de la Deputación da Coruña.
Desde hace ya varios años, las y los investigadores que formamos parte del Área de Derecho Penal de la Universidade da Coruña nos dedicamos a llevar a cabo una reflexión crítica sobre los efectos derivados de la incorporación de la categoría de género al Código penal y a las decisiones de política criminal. En este sentido, gran parte de las investigaciones que desarrollamos han estado relacionadas con la violencia en el ámbito doméstico y familiar, lo que dio lugar a la publicación de monografías, a la coordinación de libros colectivos y a varios artículos de investigación en revistas.
De acuerdo con esta trayectoria académica y con la creciente actualidad que han ido adquiriendo en un primer momento la prostitución y recientemente la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tomamos la decisión de organizar un Curso de Verano que ya contaba con una edición anterior y cuyo eje organizador son los nuevos feminismos. El objetivo de ambos Cursos estuvo dirigido a introducir al debate dogmático y político criminal otras herramientas, en su mayoría provenientes de otros saberes y de la militancia política feminista. A modo de conclusión provisional del Curso, que ha contado con asistentes de Universidades españolas y europeas, se puede afirmar que tanto la prostitución como la trata de mujeres han sido construidas desde una perspectiva de género que parte de la construcción de la mujer víctima en el ámbito de la sexualidad. Esta perspectiva es deudora de los primeros discursos sobre el lugar que debía ocupar la mujer en el ámbito político. Este tema, si bien ha cobrado mayor actualidad en los últimos años, se reproduce en términos muy similares a los de finales del siglo XIX.
Tal como señala Dolores Juliano en este libro las primeras feministas construyeron los discursos para reivindicar el derecho al voto femenino de forma que pudieran ser escuchados. El tono que debieron ejecutar por aquellos días ponía el acento en el carácter moral de la mujer. De esta forma, el ingreso de la mujer al escenario político se produce desde una cualidad intrínseca en la mujer de ser una buena madre, una buena esposa y ser el soporte en el ámbito privado de la custodia de los valores burgueses de la época. En este contexto surge el movimiento abolicionista según el cual la prostitución consistía en la subordinación de la mujer a los deseos masculinos, afirmación en la cual resultó muy útil la instrumentalización del anterior discurso para la abolición de la esclavitud en los Estados modernos. Con todo, se produjo el rechazo a los regímenes de reglamentación de la prostitución en varios países europeos y también en Estados Unidos por dos circunstancias que estaban entrelazadas y se reforzaban mutuamente: por un lado, porque el reglamentarismo se consideró como una herramienta de normalización de una actividad cuyo núcleo era la explotación sexual de las mujeres y, por otro lado, las migraciones femeninas de fin de siglo XIX y comienzos del XX.
En este contexto se produce la emergencia de la trata de blancas, término acuñado en el ámbito internacional para controlar las migraciones femeninas que emprendían un trayecto migratorio para dedicarse, en la mayoría de los casos de forma voluntaria, al ejercicio de la prostitución. El abolicionismo antes y ahora parte de que la prostitución nunca puede ejercerse de forma voluntaria y por lo tanto siempre es constitutiva de violencia de género. Con esta premisa, también se diseñan las medidas en el Estado español sobre la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tal como señalan los trabajos de Agustina Iglesias y de Cristina Garaizábal.
Sin embargo, frente a este discurso feminista que se ha adueñado del debate sobre el trabajo sexual y lo que debe entenderse por explotación sexual, se pueden oponer la realidad y la evolución de los estudios sobre las mujeres en los últimos años, que se han orientado a analizar lo que consideraron como las «ficciones» del género. Esta crítica que podríamos denominar postfeminista se dirige hacia las representaciones normativas de «lo femenino» y a la categoría de género en sí misma. Entre las autoras de esta corriente se pueden citar a Teresa de Laurentis o Judith Butler, quienes afirman que el feminismo se constituye como un discurso que describe lo que es la mujer y lo que es lo femenino; es decir, estos discursos señalan la incapacidad que tuvo el feminismo de lograr su fin emancipatorio. La incorporación del género como elemento central de la segunda ola del feminismo planteó el problema de la desigualdad de la mujer y de las necesidades particulares de ésta a partir de un modelo de mujer liso, homogéneo, es decir, el paradigma de lucha y el sujeto político que enunciaba las reivindicaciones era una mujer, blanca y de clase media. Frente a esta perspectiva han surgido otras voces que desde la construcción de un discurso y una acción política más autónoma desarticularon a esa mujer que se arrogaba la representación de todas las mujeres. Se abandona de esta manera el ideal representativo y comienzan a escucharse las voces de otras mujeres: lesbianas, mujeres de color, las no-occidentales, que hicieron más complejo el debate sobre el género y el papel de las mujeres a partir de la incorporación de otros elementos que también intervenían en la conformación de otras subjetividades y formas de resistencia. Ya en los años 90 a través de lo que se define como las prácticas queer se abandona por un lado la categoría de género y. de otro lado, se empieza a hablar de «las mujeres» como una categoría y una identidad que no puede ser enteramente definida o normativizada; se trata, por el contrario, de un proceso de construcción de subjetividad de carácter mutable y de oposición a la norma.
Con esta breve introducción pretendíamos explicar muy someramente el por qué de la elección de «los nuevos feminismos» para abordar un tema de candente actualidad como es el trabajo sexual y la industria del sexo en continua expansión. En particular la ampliación de la perspectiva propuesta tiene por finalidad incorporar a los análisis penales nuevas perspectivas político-epistemológicas. De esta manera, para llevar a cabo un análisis de las políticas en materia de prostitución y de trata con fines de explotación sexual puestas en marcha en el Estado español y a nivel global también, hemos decidido abandonar la idea de la «mujer» como el sujeto político de este movimiento, para ser retomado desde la multiplicidad de subjetividades que destruyen un sujeto homogéneo y liso, entre ellas las mujeres migrantes y las trabajadoras del sexo, tal como exponen los trabajos de López Riopedre y Alberto Daunis.
La multiplicidad de factores que entran a jugar en el plano de la identidad mujer, convierten a ésta en un espacio en continuo movimiento, en un proceso que no está cerrado ni clausurado a nuevos devenires y formas políticas de subjetividad. La finalidad evidente de este planteamiento es poder llevar a cabo análisis de la realidad, en concreto, del trabajo sexual y de la industria del sexo y los efectos de la implementación de las políticas para luchar contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tal como explica el completo estudio de Carolina Villacampa a través de la evaluación de los modelos impuestos en distintos países.
En este sentido, las medidas que se han ido adoptando en el ámbito de la lucha contra la trata continúan negando la libertad sexual de las mujeres para optar por el trabajo sexual, lo cual produce, sobre todo en el caso de las mujeres migrantes irregulares, espacios de indefensión y estigmatización que provienen de una sanción por la violación, no tanto de las leyes de extranjería, sino por la violación de las normas de género a través de su sexualidad no controlada. Actualmente, la prostitución continúa relegada en un espacio de alegalidad, donde se producen discriminaciones, violación de derechos humanos y se fomenta la explotación tal como nos explica Mónica Platek en el caso de las mujeres migrantes polacas y ucranianas.
En efecto, la propuesta de este libro es presentar un debate en el cual se expresan distintos puntos de vista y distintas experiencias sobre los efectos que se producen en el ámbito de la prostitución y de la trata. En este sentido, la opción por el término trabajo sexual que figura en el título del libro da cuenta de la necesidad de que el ordenamiento jurídico, tanto a nivel de Código Penal como en el ámbito de las ordenanzas y planes destinados a la prostitución en las Comunidades Autónomas, discriminen entre realidades distintas; la viabilidad de ello depende de que se escuche la voz de sus protagonistas, tal como propone Nanina Santos. De manera tal vez muy ambiciosa, este debate pretende que en el ámbito de las políticas públicas se abandone la pulsión de convertir la protección de los derechos humanos de las mujeres siempre en clave de victimización y se adopten medidas respetuosas de la dignidad y de la libertad.
Para finalizar, esperamos que este libro aporte nuevos elementos para continuar con el debate que merecen estas cuestiones, no sólo debido a los efectos perversos de la implementación de las políticas para la protección la libertad sexual y la dignidad de las mujeres, sino sobre todo, para que las medidas puedan comprehender la pluralidad de situaciones y contextos en las que se produce la explotación sexual.

AGUSTINA IGLESIAS SKULJ/LUZ MARÍA PUENTE ABA
A Coruña, Abril de 2012

ÍNDICE
PRÓLOGO: Elementos para el debate sobre el trabajo sexual y la trata de mujeres con fines de explotación sexual en el ámbito del Derecho penal.
Análisis de las políticas de criminalización de la prostitución.
CAROLINA VILLACAMPA ESTIARTE (Universidad de Lleida)
Trafficking of women – with the emphasis of the situation of Eastern Europe.
MONIKA PLATEK (Universidad de Varsovia, Polonia)
Políticas públicas de lucha contra la trata de mujeres en el contexto español: luces y sombras.
AGUSTINA IGLESIAS SKULJ (Universidade da Coruña)
La trata de seres humanos.
CRISTINA GARAIZÁBAL (Colectivo Hetaira)
Cuestiones claves de la prostitución y trata de personas. Aproximación al caso andaluz.
ALBERTO DAUNIS RODRÍGUEZ (Universidad de Málaga)
Situación presente de la prostitución en el contexto gallego (2000/11).
JOSÉ LÓPEZ RIOPEDRE (UNED)
Transformaciones de la prostitución y del trabajo sexual en la era de la emergencia de la industria del sexo.
DOLORES JULIANO CORREGIDO (Universidad de Barcelona, LICIT)
O traballo sexual desde unha perspectiva de xénero en tempos de emerxencia da industria do sexo.
NANINA SANTOS CASTROVIEJO (Revista Andaina)

Sex worker and Mother

De momento dejo el original en inglés hasta que tenga una traducción buena. 
Como vengo diciendo desde que salí a la luz pública ejercer la prostitución no siempre es malo malísimo. No siempre  son drogas, ni delincuencia, ni violaciones, ni trata, que también existen. Cada vez son más las mujeres que dejan del lado el miedo a hablar y explicar lo que significa ejercer la prostitución, el trabajo sexual: 

http://www.mamamia.com.au/relationships/every-coin-has-two-sides-the-sex-industry/

EVA SCHLESS
I have a problem. The problem is I am angry. Really really angry and I’m trying to write. I don’t like writing when I’m angry because I find a lot of points get missed and lost and I get a bit shouty and sweary which, in turn, makes me look like a petulant child who hasn’t got her own way.
My anger started on Saturday night when a friend wrote a Facebook status. The status asked that if sex work was as empowering as some sex workers “claim” it is, would they then encourage their daughters to enter the profession? And then she went on to say no, of course they wouldn’t because really it’s a degrading and exploitative job and no-one should ever feel proud or ‘empowered’ because of it.
She then bandied around some ‘statistics’ that the majority of girls who work get into it, do so solely because of drug habits and as a last resort. because of desperation. She claimed that the sex workers who advocate what they do as a positive thing are just kidding themselves because everybody knows there’s nothing empowering or positive about sex work…
She says this knowing full well what I do. That I am a sex worker. That I am also a mother to a daughter. And that my world, my job, my career – has been built of the positivity of sex work.
My friend was wrong. And this is why:
When it comes to my daughter and what I will ‘encourage’ her to do, it actually has nothing to do with a specific job or title and has everything to do with giving her the tools to make choices and decisions on her own.
I will ‘encourage’ her to be a good and decent person. To treat others with respect and to not judge anyone by how they look, where they are from, who they love or what they do for a living. I will ‘encourage’ her to make her own well-informed choices and live her life in a way that makes her happy, satisfied, fulfilled and confident. Whether that future job is as a surgeon or a sex worker is entirely her choice and, if I do my job as a parent properly, will be the right choice for her.
I cannot stand the uninformed and ignorant rant that sex work is not empowering or a real ‘choice’.
Screen shot 2012 11 22 at 4.57.19 PM Sex worker & mother: Yes, I AM empowered by my job.
Sex work is work.
I am going to put it in a very simple way:
I love sex. I f*cking LOVE it. I have loved it before I even knew what it was or that there was such a thing as the patriarchy. All I knew was that something down there felt really good.
As I grew up and learned more about it – I loved it even more.
And as I started to do it… I realised I was really, really good at it.
So, something I really enjoy, am good at and can be paid to do is somehow NOT my choice?
I work for myself. I have no pimp, no manager, no brothel. Just me and a few advertisements dotted around the place, but I am being forced into this?
No. Really I am not. And to say that I am, is insulting and ignorant.
Now we come to the whole “exploitation” thing. But before I go any further I will put in my usual disclaimer: I am aware that the sex industry is not perfect. I am aware there are many, many girls who are being forced into this work. Being trafficked and held prisoner.
I know there are drug problems and that rapes and attacks happen. I know there are men who exploit this industry to the point of girls being killed while they work. I know this. I have spent the last fifteen or so years researching, writing about, talking about and talking to sex workers. I know the drill. I know there is a horrible dark side and I would never ignore that or pretend it’s not there.
Screen shot 2012 11 22 at 4.58.01 PM Sex worker & mother: Yes, I AM empowered by my job.
.
However (and it’s a pretty big however) every coin has two sides, and there are some really amazing, positive sides to the sex industry. For example, when my ‘friend’ goes on about the people who use the service, she claims they are all just degrading women and using women and seeing women as nothing but objects. So, I wonder what she would say to one of my clients, Phil*.
Phil was shot in the back when he was nine in an accidental farm incident. He has no feeling below his waist and is in a wheelchair. He is quite shy too and finds it very hard to talk to women, let alone have the courage to ask one out on a date or be intimate with.
But he is human. He has urges and needs and desires. He calls me every few weeks and I go and hang out at his house for a few hours. He’s a funny guy and we get along great. He is a great kisser, considering he’s not kissed all that many girls before, and really knows how to use his hands and tongue.
Yes, he pays me for my time. That’s my job. But there are times that I go hang out and have a coffee with him just because I want to – because we get along. We chat on the phone if he is feeling lonely and I have even gone out to dinner with him and my husband. I genuinely like him and he genuinely likes me.
If it wasn’t for me, he would get absolutely no sexual intimacy at all and I think that’s a real shame. Sex is a basic human need like food and shelter and can turn people funny if they can’t have it.
Phil is not my only disabled client, there a couple of guys I see who have mobility issues and other disabilities, but who are red blooded humans who want and desire sexual contact but because of their situations find it difficult to get.
Are they really just exploiting me? Isn’t it (when you really think about it) almost the other way around? I mean they are paying me $3-400 an hour for what is free for most people.
 Sex worker & mother: Yes, I AM empowered by my job.
Sex work is work.
Then there are my female clients. I actually see more and more women these days, but there are two I see a lot. One is a bored bisexual housewife who likes to spend days in bed watching lesbian porn and eating pussy, and the other is a lesbian who works such long hours and travels so much she has no time for a relationship or even to meet someone for casual sex.
Is she exploiting me? Is she just some screwed up, sleazy misogynist who wants to humiliate and use me? No. She’s simply paying for what she doesn’t have time to do otherwise.
There’s Gary who has just been divorced and really doesn’t want a relationship, but still wants to have sex. There’s Fred who, at 30, was still a virgin and was scared he would disappoint a potential mate so wanted some tips. Harold is 70 and his wife died last year. We don’t have sex but he likes to cuddle and talk about the days when he and his wife had a wonderful sex life.
Actually a lot of my clients don’t want sex. They want company and conversation.
Susan has really bad endometriosis. Like really severe. She cannot have sex at all. It is painful and uncomfortable and upsetting. And I mean all sex. Not just penetration. Unless she takes super-strong pain medication she finds all orgasms painful and, because the medication has some severe side effects, she really doesn’t take it all that often.
But she really wants her husband to be able to have a sex life so she called me. I went out for coffee with her and we chatted for a long time about the whole thing and now, every month or so I go out to their place and spend an hour with her husband. Sometimes she is there, sometimes she isn’t. But the arrangement works really well for them both and they have a wonderful, strong relationship.
I see couples who want to experiment and spice up their love life with a threesome. I see people who have lost their partners to illness and accident. I have even spent time with a very gay man who just wanted to make sure he was gay (long story, have blog about it, will post one day).
I do not believe a single one of these people is exploiting me or using me or treating me as just an object. To say that is almost like saying that I, as a woman, am not allowed to enjoy or be promiscuous with my sex life because enjoyable non-relationship sex is purely men’s territory and anyway men only want sex to use women.
It is highly insulting to every single one of them (and to me) to make that claim.
Screen shot 2012 11 22 at 4.57.36 PM Sex worker & mother: Yes, I AM empowered by my job.
I chose the job that suits my needs.
Once again I will state that this job is my choice and I f*cking love every damn second of it. To claim I do not is ridiculous.
I have spoken to over two hundred working girls in the past few years and I can tell you for an absolute fact that only three of them entered into the job as a last resort. None of them did it to support a drug habit.
I will also tell you that in that bunch of two hundred there are law students, medical students and even a couple of police officers. There are mums and wives. There are women saving to buy a house. Women supporting their families because their partners are unable to work for whatever reason. And there are women who, like me, do it purely for the sex. Yes there is money involved. It’s a job. But to say it’s only about the money is stupid. I mean, would you do YOUR job for free??
The difference is that I rarely come home from work in a foul mood from dealing with all the shit most people deal with day to day with their bosses, work colleagues, and jobs they have to do. I get to play and laugh and joke and orgasm at my job.
This “friend” of mine claims to be a feminist. But, in my understanding, the word “feminism” it is about allowing women to have the right and freedom to make their own choices. Whether it has to do with work, voting, sex, autonomy, money, whatever. It is about choice and, in my opinion, that should not be conditional. It should just be.
*All names have been changed, other than Eva’s own.
Eva is a Melbourne based freelance writer. Who writes a lot about sex, sex work, the sex industry and Tim Tams. Sometimes she writes other stuff too. Follow her blog here.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La ordenanza cívica del Ayuntamiento de Badajoz




A. M. ROMASANTA 26/11/2012
Los vecinos del entorno de Joaquín Costa hace meses que viven y duermen más tranquilos. Se acaba de cumplir un año desde la entrada en vigor en Badajoz de la Ordenanza municipal para Preservar la Utilización del Espacio Público del Ofrecimiento y Demanda de Servicios Sexuales y, según la concejala de Servicios Sociales, Rosario Gómez de la Peña, los objetivos se han conseguido, lo que no significa que la prostitución haya desaparecido, pues el ayuntamiento no puede prohibirla porque carece de competencias, pero sí impedir esta práctica en los espacios públicos.
Aunque la concejala se muestra un tanto remisa a reconocerlo, por lo que supone tener que penalizar a una persona que se ve obligada a ofrecer servicios sexuales para ganarse la vida, sí está convencida de que los buenos resultados de la prohibición se deben al hecho de que se determinase sancionar a quien ejerce esta actividad. "Cuesta tener que sancionar a una mujer por este motivo, pero es la única manera con la que podemos además trabajar con ellas, porque si no es muy difícil entablar un contacto para ofrecerles los recursos a los que se pueden acoger, si no es porque al ser sancionadas se ven obligada a atender lo que se les ofrece".
De hecho, apuntó que en muchos otros ayuntamientos de municipios donde sufren este problema, están modificando las ordenanzas para incluir sanciones. Cuando el equipo de gobierno pacense se planteó aprobar una ordenanza para solucionar esta situación, estuvo revisando las que existen en otros ayuntamientos y ninguno multa a las mujeres que ofrecen servicios sexuales. "Pero como se ha visto, es la única manera de disuadir y sobre todo de poder ofrecerles los recursos que existen para ellas", insiste. En su opinión, ambién ha contribuido a los buenos resultados, la enorme difusión que se le dio a la prohibición cuando se aprobó.
Gómez de la Peña recordó que esta ordenanza se fraguó a demanda de los vecinos de una zona de la ciudad que estaban sufriendo en los alrededores de sus viviendas la problemática. "No hemos vuelto a tener ninguna queja más de estas personas", manifestó y concretó que además se ha constatado con las denuncias que se han producido por la policía, que han sido "insignificantes". Tal es así que en estos momentos no hay ninguna en tramitación.
En el tiempo que lleva en vigor se han tramitado seis sanciones, pero en algunas el expediente tuvo que archivarse porque no se localizó a la persona denunciada. Tan solo ha culminado uno de los expedientes de una mujer que se ha acogido al programa de reeducación recogido en la propia ordenanza para eximirse del pago de la sanción. También se multó a un cliente, cuyo expediente llegó a tramitarse y tuvo que hacer frente a la multa.
A esta mujer se le solicitó una ayuda (Aise), que ahora está percibiendo y tras pasar por el programa el tiempo que conllevaba la sanción, ha continuado en él. Un equipo del instituto, integrado por un psicólogo y un trabajador social, estudió su situación para determinar la acción a la que podía ser derivada y se integró en un programa de alfabetización del equipo Solidaridad, un recurso que ofrece talleres de formación, en los que sigue participando. Gómez de la Peña es consciente de que hoy en día, dada la situación económica, es muy difícil para cualquier persona encontrar trabajo, "pero las administraciones tienen mecanismos y recursos para que si se tienen dificultades, se reciban ayudas".
La concejala apunta que los taxistas, un gremio que recorre las calles de madrugada, le han confirmado que ya no se ven prostitutas en la calle ofreciendo sus servicios. Al mismo tiempo asegura no tener constancia de que se hayan trasladado a otras vías públicas de la ciudad, según la información de la Policía Local de Badajoz. De cualquier modo, señala que "afortunadamente" en Badajoz "no teníamos un grave problema" como sí ocurre en otras ciudades, pues solo había un "grupo reducido" de personas, aunque "indudablemente" en la zona donde ejercían su actividad estaban causando problemas en el vecindario.
No cree Gómez de la Peña que se haya solucionado momentáneamente pues la ordenanza es una herramienta con la que cuenta la Policía Local para poder sancionar y en el momento en que detecte algún caso ya sabe cómo puede disuadir o sancionar a quien incumpla esta normativa. Antes los agentes podían intervenir, pero no porque se estuviesen ofreciendo servicios sexuales, sino porque recibieran algún aviso de vecinos por escándalos.

ONUSIDA. Diferenciar trabajo sexual de Trata de SERES Humanos


Esta es la última entrega de tres artículos sobre los nuevos anexos de las guías deONUSIDA sobre VIH y trabajo sexual, de reciente actualización. En este caso, las recomendaciones se centran en la diferenciación entre trabajo sexual y trata de personas.
Las Guías sobre VIH y Trabajo Sexual del ONUSIDA, publicadas en 2009, han sido actualizadas en abril de 2012. Tanto las guías originales como su actualización fueron el resultado de un proceso participativo que incluyó a las mujeres trabajadoras sexuales.
Diferenciar el trabajo sexual de la trata de personas
De acuerdo con ONUSIDA, trata de personas y trabajo sexual son dos cosas muy diferentes. La trata de personas implica la coerción y el engaño; tiene como resultado diversas formas de explotación, incluyendo trabajos forzados, y es una grave violación de los derechos humanos. El trabajo sexual, por el contrario, no implica coerción ni engaño, es voluntario y autónomo. El trabajo sexual comprende sexo entre personas adultas, acordado y realizado libremente, y como otros trabajos, ofrece a las trabajadoras sexuales un sustento.
“La confusión y equiparación persistentes entre trata de personas y trabajo sexual lleva a adoptar leyes e intervenciones que tienen un impacto negativo en las trabajadoras sexuales, y al mismo tiempo socavan los esfuerzos para poner fin a la trata”. Guía de ONUSIDA sobre VIH y Trabajo Sexual.
¿Qué es el trabajo sexual y qué es la trata de personas? (las “definiciones oficiales”)
Trabajo sexual
A nivel internacional y local, las organizaciones de trabajadoras sexuales entienden al trabajo sexual como un acuerdo contractual en el cual se negocian servicios sexuales entre adultos con consentimiento mutuo, con términos acordados previamente entre el vendedor/a y el comprador/a de los servicios sexuales. Por definición, el trabajo sexual significa que mujeres, varones o trans adultos trabajadores/as sexuales que se involucran en el trabajo sexual lo han hecho con consentimiento (es decir, están eligiendo voluntariamente hacerlo), lo que lo diferencia de la trata de personas. Una mujer que decide vender sus servicios sexuales para mantenerse a sí misma o a su familia no es una víctima de trata.
Trata de personas
De acuerdo a los tratados internacionales, se define a la trata de personas como “el reclutamiento, transporte, traslado, albergue o recepción de personas, por medio de amenazas o uso de la fuerza u otras formas de coerción, abducción, fraude, engaño, abuso de poder o posición de vulnerabilidad o la entrega o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona de tener el control sobre otra persona, con el fin de la explotación” (Naciones Unidas, 2000. Protocolo para prevenir, eliminar y castigar la trata de personas, en especial mujeres y niños, que suplementa la Convención de las Naciones Unidas contra el crimen organizado transnacional – Protocolo de Palermo). En esta definición, explotación incluye la explotación de la prostitución de terceros/as u otras formas de explotación sexual; trabajos o servicios forzados; esclavitud o prácticas similares; servidumbre; o extracción de órganos.
La trata de personas con fines de explotación sexual involucra a adultos o niños que brindan servicios sexuales contra su voluntad, tanto a través de la fuerza como del engaño, violando sus libertades fundamentales. Como tal, viola los derechos y quita la capacidad de autonomía de las personas víctimas de trata.
Entendiendo las diferencias entre trabajo sexual y trata de personas con fines de explotación sexual
“La trata de personas, con cualquier fin, incluyendo la explotación sexual comercial, no debería ser nunca ni implícita ni explícitamente confundida con el trabajo sexual. Claramente no son lo mismo”. ONUSIDA
Una de las causas habituales de la confusión es la moralización y los dogmatismos de algunas personas e instituciones que directa o indirectamente quieren erradicar el trabajo sexual. Estos han encontrado en la legítima lucha anti-trata la oportunidad para cuestionar la existencia del trabajo sexual autónomo, habida cuenta de que no reconocen el derecho de las mujeres a autoidentificarse como trabajadoras. Desde su visión y valoración las consideran víctimas, una categoría que sí se emplea para las verdaderas víctimas de la trata, el tráfico y la explotación. Son a menudo personas y organizaciones voluntariosas que en apariencia no han puesto la misma atención en otras formas de explotación y tráfico de personas que no tienen que ver con el comercio sexual.
Las supuestas “víctimas”, categorizadas por estos intentos sistemáticos de confundir, son mujeres sexuales adultas y autónomas que quizás serían víctimas de la confusión y la negación o la falta de reconocimiento de su identidad. Confusión que se traduce en el cierre sistemático de fuentes de trabajo en nuestros países, so pretexto de la lucha contra la trata.
Nada de esto es inocente o espontáneo, sino que responde a una o varias agendas. El resultado es uno: más vulnerabilidad, violencia, estigma y discriminación.
Y en la lucha contra la (verdadera) trata poco se avanza, ya que se encuentra enraizada en todos los estamentos del poder. Seguramente un grupo u organización de mujeres trabajadoras sexuales pueden identificar dónde sucede la trata de personas, pero varias líderes han muerto o han sido violentadas por denunciar estas situaciones. Debe haber programas que realmente se comprometan a erradicar este flagelo, proteger a las verdaderas víctimas y a las mujeres trabajadoras sexuales.
¿Qué significado tiene esto para el VIH?
“Muchos proyectos que se enfocan en rescatar a las personas víctimas de trata interrumpen y socavan los esfuerzos por brindar a las trabajadoras sexuales acceso a la prevención, tratamiento, cuidados y apoyo del VIH”. ONUSIDA
La portación de condones es la principal evidencia en cualquier allanamiento o detención policial. Por ello la criminalización del trabajo sexual, agravada por el equívoco abordaje de la problemática de la trata, está minando el trabajo de prevención. La pérdida de fuentes de trabajo autónomo empuja a las trabajadoras sexuales a establecimientos con condiciones de trabajo más precarias, menor acceso a los insumos de prevención y a la salud en general. Aumenta el número de clientes por día por trabajadora en peores condiciones de trabajo, higiene y protección.
En países y regiones de mucha movilidad, como por ejemplo Centroamérica, las mujeres trabajadoras sexuales involucradas en trabajos de prevención del VIH entre pares han sido a menudo víctimas de detenciones y deportaciones bajo sospecha de ser tratadas o tratantes.
Algunas buenas prácticas recomendadas son: No causar daño; involucrar a las trabajadoras sexuales en la identificación de la trata dentro de la industria del sexo; revisar las leyes y prácticas de cumplimiento de la ley en relación a la trata y el trabajo sexual; y recolectar, producir y diseminar evidencia.
En conclusión, la guía de ONUSIDA hace un llamado a combatir la confusión, como un paso necesario y urgente para evitar perseguir a las trabajadoras sexuales autónomas con la intención de luchar contra la trata. En la región hay leyes de reciente factura o reinterpretaciones de algunas ya existentes que han logrado recrudecer la violencia y la represión contra las trabajadoras sexuales.
Confundir es violentar
Por ahora el pronóstico es muy poco alentador. Hay un grupo de organizaciones y personas con acceso al poder con una agenda prohibicionista y abolicionista que sueñan con “un mundo sin mujeres en situación de prostitución”, que han encontrado en la nueva corriente anti-trata una gran oportunidad. Violentan con su agenda y su academia el derecho a la identidad, la autonomía y la libre determinación. No consideran al trabajo sexual como trabajo, por ende lo ubican rápidamente en la categoría de explotación. Es aquí y por su accionar donde las mujeres trabajadoras sexuales podrían definirse como víctimas.
Muchos gobiernos quieren hacer como que hacen, y reciben con beneplácito de parte de algunos países desarrollados y donantes la impronta de legislar contra la trata. Pero nada hacen por tocar la imbricada red criminal de trata de personas y explotación sexual que existe y en muchos casos tiene como protagonistas a altos oficiales y funcionarios de nuestros países. Sin liderazgo ni voluntad política nada se podrá hacer por la trata. Los uniformados, mientras tanto, seguirán cobrando sus peajes y sus comisiones a las trabajadoras sexuales, como así también a las diferentes mafias y sus formas de corrupción, que incluyen el tráfico de personas.
Las verdaderas víctimas de la trata y la explotación no reciben el necesario apoyo para su protección física y psicológica, como tampoco oportunidades laborales y sociales como parte de la recuperación y reparación.
En el medio de tanta confusión, desidia y corrupción, están la mujeres trabajadoras sexuales autónomas, desprotegidas y con menos oportunidades de poder ejercer su trabajo por el avance de estas torpes y peligrosas políticas represivas.
Las organizaciones de mujeres trabajadoras sexuales deben luchar para que los demás actores definan claramente su posición y actúen en consecuencia. A la vez, urge que selegisle positivamente para regular el trabajo sexual autónomo. Necesitamos más claridad y menos hipocresía. Esta actualización de las guías de ONUSIDA da un paso firme en ese sentido.

Video de Elizabeth Pisani, Sexo, Drogas y VIH
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